Trabajando en el libro "junto" a la IA
Cuando quieres escribir un libro, te quieres centrar en el texto y no tanto en la edición. La IA puede ser un gran aliado.
Que iba a usar la inteligencia artificial generativa para el libro, lo sabíamos todos. Pero no como seguramente estéis pensando. Desde que apareció, la he ido integrando en casi todos mis procesos diarios, sobre todo en el desarrollo y la escritura. A menos que exista una oportunidad real de aprendizaje, delego muchas tareas a la máquina, lo que me permite disponer de más tiempo para aquello en lo que puedo aportar más valor.
Lejos de considerarme un experto —comparado con otros que han creado flujos de trabajo muy locos, con miles de integraciones— yo suelo tirar por la calle del medio, con mejor o peor éxito.
La verdad es que cuando empezaron a popularizarse las IAs generativas, fui, como muchos, un poco incrédulo respecto a su utilidad real. Dudaba de que pudieran integrarse en los flujos de trabajo de forma que permitieran simultanear o delegar tareas que antes devoraban tiempo muy valioso.
El futuro sigue siendo incierto. Algunos aseguran que estamos en plena burbuja a punto de estallar, mientras que otros advierten que subirse tarde al carro puede hacerte menos competitivo, tanto en el presente como en el futuro.
Pero hoy no vengo a hablar de la revolución tecnológica de la IA, aunque sí quiero, en un ejercicio de transparencia, contar cómo la estoy utilizando para Crafting Platforms.

Markdown, LaTeX y otros
Cuando empecé a escribir el libro, tenía claro que quería utilizar Markdown, a ser posible con un estilo como el de GitHub Markdown. Casi todo lo que escribo lo suelo hacer en Obsidian, porque es mi editor de notas de cabecera y me permite centrarme en el texto sin distracciones. Además, quería hacerlo en un lenguaje de marcado y ocuparme de la maquetación por otro lado.
La otra opción era LaTeX, lenguaje que también conozco bien porque lo uso para los trabajos de la universidad, y que sabía que podía dar un resultado más profesional.
Buscando opciones para macOS, encontré herramientas como Ulysses y Scrivener. La primera usa Markdown, pero la segunda no, aunque es muy popular entre escritores. Scrivener la descarté inmediatamente porque no me convenció —¿quizás cuando escriba mi novela?. En cuanto a la primera, la probé durante un par de días y, sinceramente, tampoco le vi mucho beneficio y algo que no pudiera trabajar directamente en Obsidian. Tampoco encontré templates interesantes para el tipo de libro técnico que quería escribir.
Así que me puse a investigar qué utilizaban otros autores. Encontré varios que usaban combinaciones más rudimentarias: Pandoc + LaTeX + GhostScript… todo en línea de comandos. Esto me echaba un poco para atrás, porque mi intención era centrarme en escribir, no en pasar horas experimentando con herramientas y dependencias imposibles de mantener.
Copilot y Claude FTW
Así que supongo que ya imagináis a quién acudí. Al agente de GitHub Copilot con el modelo Claude Code 4.5.
Le expliqué mi intención, le pasé algunos enlaces a blogs y repositorios de otros autores y le conté cómo quería resolverlo yo. Idealmente, con todo autocontenido en una imagen Docker.
Después de unas pocas horas de trabajo conjunto, llegamos a una solución bastante decente utilizando la plantilla Eisvogel. El resultado, casi desde el principio, fue espectacular (aunque no perfecto). Pero al menos me permitió tener un marco de trabajo sólido para escribir y publicar el libro con un acceso anticipado, que voy a publicar muy pronto, e ir evolucionando tanto el texto como el formato con el tiempo. Justo lo que yo quería.
A medida que avanzaba en la escritura, iba pidiéndole al agente que me añadiera componentes y configuraciones. Admoniciones para cajas de información, notas o advertencias, portada, cabeceras y pies de página, bibliografía, tamaños de página, tipos y tamaños de fuente habituales en distintas editoriales.
También me ayudó a investigar los formatos de las distintas editoriales de libros técnicos. Al final, me decidí por el formato de Manning (7.335” × 9.25”), pero con la fuente TeX Gyre Heros a 10 pt. El resultado, creo, es impecable y muy profesional.
Mi intención es adecuar la solución obtenida y publicarla en un repositorio, para que cualquiera pueda utilizarla y adaptarla a su propio flujo de escritura de libros técnicos.
Yo escribo, la IA edita
En cuanto al texto, también me apoyo en la IA, pero no para que me escriba el libro. En ese aspecto quiero mantenerme del lado del escritor, no del editor.
Precisamente para lo segundo —la edición— sí me apoyo en la IA. El inglés no es mi primer idioma, aunque lo use a diario y lo hable con fluidez. Pero creo que, para un texto profesional, es importante que la estructura, los coloquialismos y la sintaxis se adapten perfectamente al idioma.
Otra utilidad es verificar si lo que uno escribe es correcto o si dice alguna tontería. Lo uso de fact checker. Por ejemplo, pedirle que me confirme si realmente fue Patrick Debois quien acuñó el término DevOps en 2009.
Prometo que el contenido es 100 % genuino, pero parte de la edición estará a cargo de terceros. Y siempre con el visto bueno final del menda.
Escribo junto a la IA y eso, más que trampa, creo que es evolución.
¡Muchas gracias por leerme!


